domingo, 21 de febrero de 2010

Seguro que al oír eso de tortuga rockera a cualquiera le suena a una tortuga que toca rock. Pues ésta vez es distinto, todos me llaman así porque tengo una grandiosa colección de rocas. Además, todo el mundo sabe que no puedo tocar ningún instrumento si no tengo pulgares.
Recuerdo una vez que intenté dedicarme al mundo de la música, pero a los humanos del concurso de canto al que me apunté no les pareció muy musical el ruido que emitimos las tortugas este tipo de concursos los suelen ganar canarios o algún que otro conejo trompetista, pero tortugas… ninguna.
En fin, las rocas me han gustado desde siempre, porque se parecen a mi cuando tengo miedo y me escondo en el caparazón. De hecho, la primera vez que me enamoré fue de una piedra, estuve meses esperando a que saliera del caparazón. Cuando me di cuenta de que solo era una piedra tuve que ir al psicólogo.
Cuando era joven, una liebre me retó a una carrera. Le encontré durmiendo bajo un árbol y, aprovechando que tenía los ojos cerrados, cogí mi patinete y me bajé de él justo al lado de la meta para que pareciera que había corrido todo el camino. Además le pinté la cara, una oportunidad como esa no se puede desperdiciar.
Tanto me gustaba mi afición que decidí dedicarme a la arqueología, con ese trabajo me pasaba el día rodeado de rocas. No descubrí absolutamente nada, aunque al volver a casa llevé más rocas para mi colección.
Ésta llegó a contar con rocas con forma de famosos y rocas de todo tipo. Gracias a los conocimientos sobre rocas que fui adquiriendo a lo largo de mi vida, me ofrecieron un trabajo como guía en un museo.
A partir de entonces mi vida no fue muy emocionante, durante un tiempo fui la quinta tortuga ninja, pero a mí eso de vivir en una cloaca rodeado de ratas…
Con los años, debido a mi eficiente trabajo, fui ascendiendo de puesto y alzando una sólida amistad con mi jefe, una lombriz de avanzada edad, que era el único que comprendía mi pasión por los minerales. El día de su fallecimiento me cedió su puesto en el museo.
Ahora soy el dueño y he expuesto mi colección, le puse de nombre “La exposición más rockera del mundo”. Todos los amantes del rock salen decepcionados de la sala, pero a mí me da igual, una vez cobrada la entrada…